Hace no mucho leí en algún lugar que eso de que los seres humanos fueramos “multitareas” era una soberana mentira, y que en realidad no podemos concentrarnos en hacer más de una cosa a la vez con eficiencia. Pues parece que la política monetaria sufre del mismo límite y solo puede atender a una cosa a la vez, y de ahí que tengamos las modas de la política monetaria.
¿De dónde podría haber surgido si no de ahí el Keynes si su política de gastar lo que haga falta con tal de que no se detenga la máquina productiva de los países, si aunque resulte traer por la calle de la amargura el déficit fiscal? Pues de la increíble necesidad de sacarse de encima el agobiante estancamiento de la Gran Recesión de los años 30 (que lo feo no estaba tanto en la caída, si no en los años que tardó en repuntar la economía en ese entonces?.
Y luego la misma historia pero al contrario con Hayek que volvió a la disciplina fiscal para detener al galopante fantasma de la inflación y el deterioro de las arcas de los gobiernos, o su victoriosa propulsión por el gigante que aplastara la inflación en el EEUU de los años 80, Paul Volcker desde su silla en la Reserva Federal de EEUU.
Así es como las modas llegan y se van en política monetaria. Bajo esta moda de austeridad y control de los gastos (supuestamente) fue creado el Banco Central Europeo, cuya independencia le permitía, sin miramientos, hacerse cargo de un único fin: mantener las expectativas de inflación firmemente ancladas a toda costa.
Y nueva mente, como lo que importa es lo de hoy, ahora comienzan a alzarse las voces de los distintos actores políticos (porque quiérase o no en última instancia la economía y la política monetaria en los países termina embarrándose de ambiente político) para hacer un cambio de moda nuevamente, y de esta manera tenemos a este fin de semana a Nicolás Sarkozy, asegurando a sus electores, que si él resulta ser el nuevo primer ministro de Francia, presionará al Banco Central Europeo para que adopte como mandato la estimulación del crecimiento y no exclusivamente , como lo venía haciendo hasta ahora, la estabilidad de precios.
Francia, la segunda economía más grande de la Eurozona y la única con algo de potencial para hacer contrapeso real a la Alemania de Merkel y sus medidas de austeridad draconianas, al parecer ahora, se declara mucho más liberal e interesada en el crecimiento (o al menos en contrarrestar la contracción económica. Ahora la pregunta que queda en el aire, porque la palabra de un político es tan fiable como el pronóstico del clima: ¿Serán verdaderos deseos o meramente un político diciendo lo que el supone que su pueblo quiere escuchar?
